jueves, 3 de julio de 2014

EL TEATRO DE ANTONIO CÉSAR MORÓN POR F. MORALES LOMAS




AHORA LOS ESCLAVOS
DE ANTONIO CÉSAR MORÓN

F. MORALES LOMAS

Antonio César Morón es un joven profesor de la Universidad de Granada, teórico del teatro y dramaturgo, doctor en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada, entre cuyas publicaciones se encuentran Monólogos con maniquí (2012), Estado antimateria. Pentarquía de dramaturgia cuántica (2011), Retórica del sueño de poder: Comedias (2011) y El metal y la carne. Tragedias (2010). Su mayor aportación a la teoría teatral es La dramaturgia cuántica (2009), una nueva escritura dramática.
Precedido de un magnífico estudio de Pablo García Gámez, profesor de la City University of New York, Ahora los esclavos (Ed. Fundamentos, Madrid, 2013) lo componen tres piezas muy diferentes: Universidad bicéfala, Balanza de los instintos y Anatomía del ego.

Universidad bicéfala es considerada por el autor una comedia grotesca en cinco cuadros que indaga en los males de la universidad española, en los que el autor percibe toda suerte de nepotismos, endogamias, canonjías, enchufes o recomendaciones. No deja títere con cabeza en esta farsa y licencia de la universidad española con su Rector Magníficus solventando las dificultades a base de tiros.
La historia es liviana aunque casi se va complicando y convirtiendo en una especie de nueva comedia de capa y espada de la actualidad o, con más rigor, en una nueva farsa valleinclanesca: el catedrático Trebejo de la Espingarda se siente herido en su amor propio por los ataques del escritor Villeno y trata de vengarse con su muerte. Pero la trama se complica cuando en el concurso para proveer una nueva plaza universitaria se piensa que Villeno ha sido el afortunado en detrimento de Rabo de Cardo, auspiciado por Relamida la Salmoreja, que decide matar a Trebejo como venganza. En realidad, todo procede de una confusión que acaba con la muerte de Relamida la Salmoreja cuando intenta matar a Trebejo y la muerte también de Villeno. Un final feliz acude a la cita de la obra cuando la hija de Trebejo, Marica de la Espingarda, se casa con Rabito de Cardo, a quien el rector toma por ahijado. Unión que se concuerda al unísono con la del mafioso y asesino El Misto que hace lo mismo con Pasmadillo del Farmaquillo.  
Hasta aquí la fábula, que diría Aristóteles. Pero lo importante es la representación de la historia, los personajes y su degradación, la animalización, la riqueza del lenguaje que posee un elevado poder de seducción y un simbolismo popular, el abuso de los contrastes, la distorsión imaginaria, la cosificación de los personajes reducidos a su efecto teatralizador y compulsor de una realidad atomizada. La realidad adopta el punto de vista que él personalmente ha querido ofrecer a partir de su intención satírica y la deformación grotesca.
Hay dos estructuras: la que regentan los dominadores de la sociedad universitaria (rector y catedráticos) y los esclavos (sumisos aspirantes a dominadores) que aparecen con el apelativo de los de sangre azul, perros y lamelíquenes, aunque también se tildarán de putos, gallas, cucamonas, gángsteres ilustrados, mediocres, asesinos, hijos de puta… La imagen es el cortijo, como espacio-emblema de esa sociedad endogámica en la que se sabe quién domina y ante el que todos rinden pleitesía. La forma de actuar nace de los atributos de las entrepiernas o el porque sí, porque yo lo decido. Pero también porque hay que seguir el ritual endogámico creado que va retroalimentándose y manteniéndose de una a otra generación cuando las nuevas voces alcanzan los puestos claves. Se trataría de un monstruo que a cada corte nuevo se reproduce sucesivamente hasta el infinito. Dice en el cuadro V, escena 3, Trebejo de la Espingarda: “La Universidad es una selva llena de serpientes (…) Da a cada esclavo lo suyo, que es lo que se merece (…) Son perros que, si los quieres, te quieren a ti (…) Expulsa con vehemencia a todo aquel que te haga sombra. Busca gente mediocre, gente inferior a ti…” Palabras de una dureza colosal que cuando habla el Rector Magníficus en la escena 8 son claras de las ideas defendidas por el autor: “En este feudo somos dioses al margen de la sociedad. Por eso tenemos la potestad de otorgar y quitar tanto las plazas como la vida de su profesorado”.
ANTONIO CÉSAR MORÓN
El profesor García Gámez habla del carnaval batjiano. Desde luego que existe este, pero también el carnaval valleinclanesco en el más puro estilo. Con sus parlamentos desinhibidos y su procacidad verbal, sexual o propia de las visuales astracanadas de la actualidad con las que Morón ha querido, como bien dice el profesor García Gámez mostrar esa universidad, “un espacio en el que el ascenso se da por medio del servilismo o, en última instancia, por la rebelión. Por ello, los que tienen menos acceso al poder intentan progresar a través del engaño y la traición”.
Llama profundamente la atención este desparpajo bajtiano de Morón, un profesor de la propia universidad española. O a lo mejor por esto.



Balanza de los instintos forma parte de nuestro mundo más actual, con la potencia social que ha tenido el sector inmobiliario y su declive en la actualidad. Lo que propicia tragedias como la que crea Antonio César Morón.
Asno Mai y Presa Ibérica pretenden que Canjilón deje el piso en el que ha vivido toda su vida porque lo necesitan para sus proyectos inmobiliarios pero este se niega. Para ello pretenden convencer a dos inmigrantes,  La Lunfarda y Gélida Sturm, de que tome esa decisión porque no le queda otro remedio. Su negativa hace que las amenazas vayan in crescendo hasta que los actos criminales a la familia de una de las inmigrantes acaban mostrando la degradación del ser humano y se articulan como un elemento disuasorio terrible en esta tragedia cotidiana. Tragedia que está servida porque la negación reiterada del viejo lleva hasta sus últimas consecuencias a Asno Mai y Presa Ibérica que le envían un sobre con una sorpresa terrible que no desvelamos.
Una historia dura, espeluznante, bien conducida, que tiene en su final mucho de tragedia gótica en el más puro estilo de Poe, en la que Morón conjuga varios elementos. Por una parte: la terrible lacra social que afecta a miles de ciudadanos hoy día, que pierden sus casas por el acoso terrible de los bancos (en este caso son unos particulares los agentes criminales) y la inmigración, que expresa la terrible debilidad de unos personajes que forman parte de lo más profundo de la sociedad actual y muestran la miseria de esta. Como bien dice el profesor García Gámez, es una “tragedia en un mundo globalizado” en el que tan víctimas son los inmigrantes como los que se quedan y cómo la crisis y la lucha por la supervivencia convierten a los seres humanos en perfectas alimañas.

Anatomía del ego es una historia que sintetiza ese mundo cuántico en el que se ancla el teatro de Morón. La realidad y la irrealidad, el sueño y el mundo presente, el amor y los desafectos, el sentido de la individualidad y el narcisismo artístico y vital que se conjuran para ofrecer una obra intensa que va de un tempo lento al principio (con reflexiones filosóficas que recuerdan los diálogos platónicos) a otro mucho más ágil y vital hacia el final, para ultimar en un espacio abierto necesario e inconcluso.
El amor de Virgo hacia Tesela choca con su visión personal y egoísta del mundo. Si el amor se asienta sobre el principio de la generosidad, el narcisismo y la egolatría se sostiene sobre la exclusividad propia. El amor es inclusivo siempre. Esta dinámica es la que crea Morón con una enorme intensidad a medida que va desarrollándose la obra y el espectador no sabe si Tesela está realmente muerta (si ha sido asesinada por Virgo) o todo es producto de la droga tomada. De nuevo surge la vida es sueño de Calderón en la que el nuevo Segismundo es Virgo, un escultor para el que toda la existencia debe girar en torno a él. Ante la propuesta de cambio que le hace Tesela, se niega, considera que perdería su identidad y todo aquello que le ha dado la existencia como persona. Pero este principio conlleva a la vez la anulación de los demás, su restricción y su pérdida. La de Tesela sigue este principio de anulación que como artista postula Virgo.
Pero también existe mucho en esta obra de interpretación del mundo, desde la teoría cuántica que ya propuso en su momento Gregorio Morales, el impulsor más decidido de la narrativa cuántica, amén de su precursor señero, a quien sigue sin duda Antonio César Morón que nació al mundo literario en ese círculo granadino con escritores como el citado Gregorio Morales, Fernando de Villena y su propio padre, el poeta Enrique Morón. Así lo acreditaba Gregorio Morales en importantes publicaciones, por ejemplo, El cadáver de Balzac y en El mundo de la cuántica de Manuel J. Caro y John W. Murphy (Port-Royal, 2003). En esta última hacía una importante aportación crítica en "Venciendo el síndrome del límite", donde abordaba los principios fundamentales de esta estética: el principio de complementariedad, el de incertidumbre, el antrópico, la individuación, etc. Sobre el principio de individuación afirmaba que es la equivalencia psíquica del principio de complejidad que impera en el universo. A medida que avanzamos en lo complejo de la existencia hemos de aprender sus componentes: no somos uno sino multitud de seres (o energías psíquicas), y todos a la vez. Jung afirmaba que el proceso de individuación es la expansión personal que se produce al realizar y llegar a ser lo que uno es intrínsecamente.
En esta obra esa dimensión cuántica está muy presente, más que en ninguna de las otras dos en la fusión entre realidad e irrealidad o, mejor dicho, en los límites borrosos de una y de otra. Pero también existe una alteración de espacio complementaria entre la cercanía y la lejanía así como una dimensión nueva de los personajes (¿estatuas convertidas en personajes o personajes reales?).
En conclusión, tres obras muy diferentes, tres perspectivas ricas y heterogéneas de un mundo en el que entra decididamente Antonio César Morón, un escritor joven que  ya posee una obra importante, a pesar de su juventud, y que tendrá mucho que decir en los años venideros en este ámbito de la literatura dramática, de la dramática cuántica, no solo como creador sino también como crítico del teatro contemporáneo.



Antonio César Morón, cuarto por la derecha, junto a José Lupiáñez, Enrique Morón, Ángel Moyano, Fernando de Villena, F. Morales Lomas, Pilar Pérez Esteban y escritores y miembros de Editorial Nazarí, como su responsable Alejandro.


EL JUEVES DÍA 3 DE JULIO SE PRESENTARÁ EN EL ATENEO DE MÁLAGA A LAS 20:00 HORAS. CON LA PRESENCIA DE ANTONIO CÉSAR MORÓN Y F. MORALES LOMAS QUE HABLARÁ CON ÉL Y EL PÚBLICO ASISTENTE DE ESTAS TRES OBRAS DRAMÁTICAS

ALGUNAS FOTOS DEL ACTO
FOTOS DEL FOTÓGRAFO PEPE PONCE




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