domingo, 15 de diciembre de 2013

BAJO EL SIGNO DE LOS DIOSES DE F. MORALES LOMAS POR ANTONIO MORENO AYORA EN DIARIO CÓRDOBA





Diario Córdoba | Domingo, 15 de diciembre de 2013

Diario Córdoba.

Cuadernos del Sur 

Consagración de un narrador

Francisco Morales Lomas se adentra en las corruptelas del siglo XVII

Antonio Moreno Ayora14/12/2013
Encarcelado en Valladolid desde hacía dos años, el privado Marqués de Siete Iglesias comienza recordando sus últimos días de libertad y el ambiente que ya entonces le era contrario y que acabaría con su procesamiento por orden real. Así, con las correspondientes concreciones, esta nueva novela de Francisco Morales Lomas sitúa al lector a comienzos del siglo XVII, envolviéndolo en las intrigas cortesanas cuya vorágine empujaba al citado protagonista "en mitad del fuego de los odios familiares, de los resarcimientos palaciegos, en mitad del campo santo, muriendo en vida". La suerte del prisionero, cuyo nombre de pila era Rodrigo Calderón, queda descrita con alusiones y citas entresacadas de fray Luis de León, de Villamediana o de El Quijote , todas ellas encaminadas a dotar de un basamento literario al argumento del relato presente, ensombrecido por la malicia "del poder y la fama de la que siempre venía precedida la envidia en España".
Ciertas pinceladas de la infancia de Rodrigo y otros oportunos sucesos de su adolescencia (véase los capítulos II y III) sirven para ir configurando su propia biografía, esbozada en paralelo a la de diversos personajes históricos --pues de la historia más real es de donde se surte esta novela--, y a adelantar que, conseguida por él la posición de secretario del duque de Lerma, llegaría a ser personaje marrullero y vicioso al que "el tiempo lo fue cambiando y el poder lo fue corrompiendo" (página 39).
La contextualización histórica y literaria es fundamental en este libro, y uno de sus basamentos de mayor rigor. Ejemplos de ello pueden ser los capítulos V y VI, en donde se recrea la influencia que la emperatriz María de Austria --hija de Carlos V y tía abuela de Felipe III-- intenta ejercer sobre este último, y el capítulo VII, donde se da voz al mismo Miguel de Cervantes para que este vaya haciendo comentarios referidos a sus propias creaciones, a las que igualmente entronca en su biografía: "...no me fue mal en Valladolid, he de reconocerlo, porque la alegría de la publicación de El Quijote compensó todos los males". Este Miguel de Cervantes ("Manco y penitente, solo me quedaba...", que es como se describe) es el narrador, en primera persona, de los capítulos VII y VIII, en donde va además situando y reseñando anécdotas de otros insignes escritores contemporáneos suyos, como Góngora, Quevedo y Lope, aparte de otros de menor nombradía.
La novela ofrece la característica estructural de ir cambiando de narrador según los intereses del argumento. Aunque en muchos de ellos hay un narrador omnisciente en tercera persona, en otros se va modificando la voz narrativa para acomodarla a los sucesos que alguien cuenta en primera persona. Ello sucede, entre otros, en los capítulos IX y X, donde es el propio Rodrigo Calderón el que recuerda conocidos lances y llega a descubrir la razón del título de su historia al referirse a todas cuantas personas, con sus maniobras y corruptelas, "se creían por encima del bien y del mal" y "Tenían así algo de dioses menores en su estulticia pero dioses bastardos que con un ligero viento podían caer de sus alcores". Es el mismo Rodrigo Calderón el que, aún en el uso de la palabra, dice de sí mismo que "había pasado a ser el favorito de Lerma, su brazo derecho, y, por tanto, me había convertido en el hombre más poderoso tras él". Es esa alternancia de narradores la que permite que otros hablen igualmente del comportamiento político de Rodrigo Calderón, lo que hace un tal Francisco de Juara en el capítulo XI o Lerma más adelante (página 137) al querer concretar que los organizadores de la vida pública se dejan llevar por los intereses personales para acabar reconociendo que "El ser humano se mueve por el beneficio y solo por él es capaz de actuar". Es este el razonamiento que con más frecuencia encontramos repetido en el argumento, donde a veces un narrador puede confirmar que "Todos se enriquecen mientras el pueblo paga", y añadir que por ello esta es una "historia de despropósitos y avispados" (páginas 177 y 179).
En esta sucesión de puntos de vista narrativos, el del hijo de Lerma se deja oír luego en el capítulo XIV para poner en aviso al lector de que la estrella del protagonista estaba próxima a eclipsarse, y ello como un efecto de la caída --relatada en el XVI-- de ese dios que era el potentado Duque de Lerma. Así que el relato, poco a poco, va cerrando el círculo del argumento, y lo suelda definitivamente cuando en el capítulo XVII se vuelve al asunto con que comenzaba la historia, la detención y encarcelamiento de Rodrigo Calderón, al que se le somete sucesivamente (capítulos XVIII y XIX) a un torturador interrogatorio y a una posterior ejecución pública con que se alecciona mostrando que los dioses caen y se desmoronan como una consecuencia de sus propias maniobras, intrigas, delaciones, prebendas y corrupciones de todo signo, que es lo que viene a demostrar esta novela de Morales Lomas, ahora de argumento tan actual.
El autor, junto a la riqueza de sucesos y anécdotas de corte político, ha querido igualmente contextualizar su argumento en la vida cultural y literaria de la época, que tan unida estaba sin duda al acontecer político. Y en esta línea, un capítulo fundamental es el XV, en el que de nuevo se permite al propio Cervantes mostrarse en contra de Lope de Vega ("Nunca me gustó el teatro de Lope ni su vanidad", comienza el capítulo), concretando luego curiosas reflexiones sobre la literatura y la suerte que esta le depararía, y todo ello en unas páginas que evidencian la alta capacidad de Morales Lomas para enhebrar en ellas su saber literario y su sensibilidad para penetrar la biografía de sus personajes, uno de los cuales es este genio universal haciendo recopilación de su vida y de su melancolía en plena vejez: "Pero ahora, puesto ya el pie en el estribo, aquí yazco entre estos almohadones, contemplando la primavera que entra por la ventana, dulce en la blandura de presentir que todo se me está yendo en un hermoso día, como ha sido mi vida (...)".

  
'Bajo el signo de los dioses'. Autor: Francisco Morales Lomas. Edita: Alcalá Grupo. Alcalá la Real (Jaén), 2013.

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