viernes, 12 de julio de 2013

SELECCIÓN DE POESÍA ACTUAL POR F. MORALES LOMAS



Se abordan obras de ENRIQUE BARRERO, ÁLVARO GARCÍA, JOSÉ LUIS REY, JULIO CÉSAR JIMÉNEZ, DOMINGO F. FAÍLDE, MARÍA SANZ y JOSÉ A. MORENO JURADO

La variedad de la poesía actual asegura una presencia constante de una serie de escritores que en muchos casos son un referente nacional en antologías. Algunos de ellos catalogados ya entre las generaciones de fin de siglo XX. De ellos queremos transmitir una visión rauda que ofrezca claves significativas para el lector.



Los héroes derrotados de ENRIQUE BARRERO participa del dolor, soledad, tristeza, amargura, muerte y reconocimiento de abandono como elucidarios de un poemario sobre la derrota a través de la mitología y los símbolos cristianos y paganos (por ejemplo, “El llanto de Príamo”). Hay un encuentro meditativo consigo mismo, con el consuelo de la muerte, en tanto el corazón se siente atormentado con esa aureola bíblica y religiosa. Existe una presión en el ser, una constancia pesimista que solo de vez en cuando se solaza ante el esplendor de la naturaleza que actúa como refugio. Poemario cadencioso y trabajado en aspectos técnicos, con un peso enorme y redoblado del aire doliente en una estela muy juanramoniana, un tanto envolvente, como si se hallase prisionero del laberinto de orfandad y melancolía en el que ha caído. Hay a nuestro entender buenos poemas, como el que tomando como tema el tópico de la muerte de Alfonsina Storni reproduce el momento del suicidio, o la referencia a Ana Frank como instrumento para la literaturización de un personaje histórico tan conocido, o la actriz y cantante Marilyn Monroe cuyo contraste con la madre en urgencias en bastante revelador y deslocalizador. Un buen poemario en el que la heterogeneidad nos aproxima a una armonía de constrastes.




La reflexión de ÁLVARO GARCÍA en Canción en blanco aborda desde la estructura unitaria del monólogo interior una continuidad en torno a las grandes palabras que definían la existencia en una continuidad poemática advertida por Miguel Hernández: vida, amor y muerte. Sucumbe al flujo la historia sentimental y el juego de las antítesis y las paradojas cuando cuenta ese relato personal desde la habitación de un hotel: un espacio cerrado (como en los filmes de Bergman) para hablar de un espacio abierto: nuestra vida. La singladura de Álvaro García es fijar la memoria, reconstruir la ilusión del tiempo y de lo vivido a través de un lenguaje metafórico que busca la expresividad lingüística y la creación de un mundo sentimental creíble… Y llegamos a la conclusión de que la frontera entre lo consciente y lo inconsciente está rota pero lejos de construir un mundo para la muerte siempre quedará en ese sedimento que hubo, en esa pared edificada, en ese mundo de paradojas y antítesis la conformación de una historia con sus soles y su vida acaso vivificadora.



Las visiones de JOSÉ LUIS REY es una obra profunda en el ejercicio de acumulación de imágenes y en la asociación de espacios interiores, situaciones familiares, lugares, mundos ajenos, lecturas e impresiones a la conformación de un mundo propio y personal. Rey parte de ese mundo interior para proyectarse hacia ese mundo exterior visto a veces como una aventura, pero la percepción es que está muy atado, se produce una imposibilidad o cuando llega una liberación. De hecho se convierte en deudor de un pasado interiorizado del que cuesta desprenderse o acaso conforma el presente cerrado. Esta dinámica permite una lectura del libro como la recreación de objetos y seres en busca de una identidad, del ser en sí que acredite lo que somos. El motivo de la esencia desde la presencia, desde el pulso de lo que hemos habitado o con lo que hemos cohabitado. Con ello se produce una síntesis lírica y alegórica entre los mitos de ese mundo cerrado en aras de conquistar una fantasía personal idealizada o fantasmagórica con una consistente creación narrativo-descriptiva que aspira a lo memorial. Muchas asociaciones que pretenden ofrecer una conceptualización en ocasiones con el motivo de la mentira, la impostura o la esencia como instrumentos líricos. Acaso la esperanza o los despojos familiares  centran parte de esa serie de símbolos para transitar la mitología personal.




Las categorías de Kant no funcionan en la noche de JULIO CÉSAR JIMÉNEZ vibran con fuerza inusitada. Las categorías kantianas se centraban en la totalidad, la pluralidad, la cualidad de la realidad, la negación, la relación entre substancia y accidentes o la posibilidad-imposibilidad. Kant llamaba categoría a aquello que se toma de la experiencia o tiene como fundamento a esta o los principios que no tienen un origen empírico y forman parte del a priori. Parte Kant de los principios sin los cuales ningún elemento puede ser pensado. Esto trata de insertarlo en una lírica narrativa que apuesta por la experiencia personal tratando de trascenderla. Así sucede de un modo muy ejemplificador en el poema homenaje al Jean Moreau suicida. Desde la anécdota del sucidio del poeta se llega a lo categórico. Así organiza su proceso de creación en ocasiones construido desde la irrupción de la ingeniosidad como categoría intuitiva trascendente, sobre la que se ejemplifica una cierta autocomplacencia. La vida familiar es muy reclamante, la infancia, su hija, los grandes maestros de la filosofía, descripción de personajes, lecturas o mujeres deseadas. Todo ello llevado a través de la estructura narrativo-expositiva en la que ambas conforman el ciclo poemático. Se trata de una poesía antisentimental, retórica, que se mira en el espejo de sus propias palabras y siempre busca la frase o la imagen perspicaz. Con una tendencia al monólogo expositivo y la sensación de tener siempre al lector con el que compartir un lenguaje cercano, directo con toques de intelectualidad y ritmo humano.





Con Danaide de MARÍA SANZ se percibe la profundidad del mito.  Danaide posee su gestación en el mito de la búsqueda del agua y ya conocemos todas las interpretaciones habidas y por haber en torno a este símbolo trascendental de la lírica de todos los tiempos. Acogida en el seno de ese símbolo literario, Sanz profundiza en los apotegmas, en los axiomas de la existencia, con un lenguaje muy literaturizado que apuesta por el endecasílabo blanco con el que busca un espacio definitorio y definitivo partiendo de ese amor de antaño desparecido ahora. Los juegos simbólicos y las imágenes amorosas se suceden con una belleza transfigurada en la expresión y un ritmo solemne que prefigura ese fracaso y esa pérdida que toma como centro de su relato lírico. Aunque este desamor y este abandono es manifiesto nunca es revelado directamente sino a través de la ambigüedad propia que ofrece la literatura. Aire de indeterminación y de desolación metafórica que impregna todo el recuerdo. La soledad, los errores, la desolación son sentimientos que en diversas oleadas llenan los poemas.




En La mala letra de DOMINGO F. FAÍLDE se muestra pesimista, sincero, rotundo, profundamente humano y desolador. Una lírica confesional, desgarradora, enternecedora en su arraigada franqueza nos advierte de un fracaso personal. La mala letra es un corolario vital, una inferencia sobre lo que hemos creado a lo largo de los años. No existe lugar para la esperanza, tampoco para la ponderación y sí un espacio para el desasosiego. Faílde crea la circularidad del desengaño y la decepción vital de naturaleza tan barroca, pero lo hace con un lenguaje claro, directo, falto de atributos y de retóricas que le impidan o le eviten esa claridad ansiada. Es una confesión en toda regla en la que al poeta no le duelen prendas para sentirse “nada tal vez”. No solo considera que no vale nada lo escrito sino tampoco ha sensación de ganancia en la existencia. Una vez perdido todo (dirá el autor) solo la libertad lo hace invicto. La libertad de la huida, de ser un surco seco en la existencia en esa intención de definirnos y proclamarnos centro neurálgico del poeta en el que pivotamos como en ruinas. En este corolario vital hay mucha canción de despedida y epítome de la existencia: ¿Qué hemos hecho? ¿Para qué ha servido nuestra vida? ¿Qué hemos querido hacer y qué hemos logrado? Un aire triste y elegíaco lo inunda todo, pero no es la elegía de lo mortuorio sino la manumisión del que al afirmar estas enseñanzas se recobra definitivamente a sí mismo.



Últimas mareas de JOSÉ A. MORENO JURADO es una confesión personal sobre la situación anímica en sus últimos años.  El poeta desde ese lugar que da la experiencia y la vida ya vivida, expresa la sensación de estar ante los últimos días de su existencia. Se define a sí mismo, hurga en el pasado y va desmenuzando situaciones de la historia personal: una muralla, fragmentos del pasado (en Mazagón, en Moguer) con la recreación de la soledad como bandera. Todo con un aire doliente y agónico que profundiza en el sentido último de la existencia y las razones éticas que determinan esta, contra los fanatismos y sus defensores, con una evidente profundidad psicológica y filosófica penetrante. Esta sería una de las partes más trascendentes del libro que iría de lo individual a lo social, de lo personal a lo colectivo, mostrando esa mirada interior y esa especie de ética del dolor. En ese camino vital, se siente atacado, perjudicado y así lo acredita con su lenguaje doliente, alegórico y altisonante. Hay mucho de meditativo, de contemplativo en torno a ese mar que lo circunda y una tendencia a adherirse a lo realmente trascendente en su vida, a sus símbolos vitales: la madre es uno de ellos, en él con gran sencillez habla y aspira esa sensación de la ida. También profundiza en el concepto de identidad (“Soy yo    al fin me reconozco”, dice en unos de sus versos) y en el reiterado fin que todo lo invade: la muerte.  Considera que los actos están llenos de vana intencionalidad y de inutilidad y se siente como un perro viejo y cansado en el camino de la vida. Hay un conformismo vital como en el poema “Cicuta”: “Me conformo con lo que tengo * con lo que soy  * conductor de una ética en equilibrio  * y beligerante con la estupidez  * he sido buenamente comadrona de la verdad *  de la verdad común sin absolutos”.  Para Moreno Jurado en este bello poemario (muy juanramoniano aunque con claves mitológicas muy mediterráneas que llegan desde la antigüedad griega hasta la actualidad y con las que define la existencia desde una perspectiva pesimista.


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