viernes, 29 de octubre de 2010

CENTENARIO DE MIGUEL HERNÁNDEZ POR MORALES LOMAS

Miguel Hernández
Mañana, 30 de octubre, se cumplen cien años del nacimiento de Miguel Hernández, uno de los poetas cuya trascendencia ha llenado todo el siglo XX. Poeta que significó para muchos el culmen del sentimiento y el compromiso, pero también la voluntad técnica de la palabra, su poder como instrumento para cambiar el mundo. A Miguel lo sucederían Blas de Otero, Celaya y tantos otros que han visto siempre al escritor como un individuo comprometido con el momento en que le ha tocado vivir.
Lo que el lector puede leer a continuación es un esbozo, una aproximación de un amplio estudio que busca su espacio editorial en estos momentos. Un anticipo.



Miguel Hernández murió en 1942 y el concepto de compromiso literario por antonomasia, el compromiso sartreano, se construye a partir de 1948, cuando su texto ¿Qué es la literatura? y su teoría sobre la estética de la recepción. Sin embargo, cuando leemos a Sartre, su obra, sus entrevistas y los comentarios en torno a su concepción del compromiso literario, no podemos por menos que recordar que unos años antes el modelo de intelectual comprometido ya había tomado posición en el ámbito de la lírica republicana española gracias, entre otros, a Miguel Hernández.
Desde tiempo inmemorial se ha suscitado la antinomia que ha movido a muchos escritores sobre si el escritor debía hacer frente a su mundo interior y vivir ajeno al exterior o lo contrario. Ya Benedetto Croce había realizado una advertencia ante las veleidades de los intelectuales y su identificación con el statu quo. Los criterios de Sartre sobre el intelectual fueron un punto de inflexión en el mundo, pero los paradigmas (como Miguel Hernández) hacía tiempo que se habían puesto en funcionamiento.
Hay dos elementos inherentes a Hernández que supondrían la esencia del compromiso literario desarrollado más tarde: el conocimiento de una época (la toma de conciencia de la misma, Hernández lo tuvo, sin duda) y su praxis (su actuación en el campo de batalla para llevar a cabo las ideas, amparadas en el caso de Hernández por obras como Viento del pueblo, pero no sólo):

Moriré como el pájaro: cantando,
Penetrado de pluma y entereza,
Sobre la dura claridad de las cosas…

Sartre hablaba así de una suerte de humanismo vinculado al mundo contemporáneo y también de una capacidad crítica no exenta de una actuación política (es decir, social) que debía estar presente en el intelectual comprometido, que se acercaba de este modo al político o, si me apuran, al combatiente, al soldado (tanto como lo fue Miguel Hernández):

Estos tres elementos me parecen indispensables: tomar al hombre, mostrar que está vinculado al mundo en su totalidad, hacerle sentir su propia situación, para que se encuentre en ella, y se encuentre a disgusto, y, al mismo tiempo, darle los elementos de una crítica que pueda facilitarle una toma de conciencia. Eso es, más o menos, lo que puede la literatura, a mí parecer (…) Los grandes escritores de hoy, como Kafka, son igualmente filósofos. Esos escritores-fílósofos que, al mismo tiempo, quieren integrarse en una acción, yo los llamaría intelectuales; quiero decir que no son políticos, pero que son compañeros de viaje de los políticos [1]


En consecuencia, el escritor comprometido debía escribir para sus contemporáneos con ojos presentes y no futuros porque es en la época en la que a cada uno le ha tocado vivir cuando debe mostrar su esencia de escritor y su apelación a las musas. Según Fernando Tazo:


Está claro que Sartre ve el rol del intelectual como un agente que debe plegarse a las clases oprimidas de varias formas, no únicamente desde su denuncia verbal (intelectual clásico); esta representación de intelectual es la del que pone también el cuerpo, la figura del que denuncia, del que devela las formas encubiertas que tiene la clase dominante en tal y cual circunstancia de dar vigencia a su ideología; es, por tanto, una figura intervencionista a todo nivel; resulta evidente, por un lado, como Sartre quiere escapar de esa construcción "cerebral" que se ha hecho del intelectual clásico, para configurar uno que, a raíz de su conciencia desgraciada, se sitúe, volviéndose concreto y activo, solidario con una clase a la que no pertenece (la oprimida), abogado y conscientizador (sic) de las masas, denunciador de injusticias de clase, portavoz de los oprimidos y, sobre todo, alguien que tome la mayor distancia posible de su condición a priori de orgánico al poder, esto es, de su condición de técnico del saber práctico[2].


La conciencia de haber tomado una postura y las razones de esta toma de postura son inherentes al mismo. El objetivo es crear un mundo humano desde esa percepción inicial de la libertad del hombre. Si éste es consciente del valor de la libertad y acepta su trascendencia última implicará una conducta auténtica que asume responsablemente y, por tanto, es partidario de una situación, de una época que debe mostrar, sobre la que tiene y debe influir con su obra a través del compromiso humano (el humanismo) que lleva indefectiblemente a la creación de unos valores sostenidos sobre la solidaridad y la humanidad:

Alegraos por fin los carcomidos,
Los desplomados bajo la tristeza:
Salid de los vivientes ataúdes,
Sacad de entre las piernas la cabeza,
Caen en la alegría como grandes taludes[3].

Por tanto, se debe escribir desde la conciencia de que se está tomando una postura con los más desfavorecidos socialmente (los carcomidos y desplomados del poema). En un diálogo con Semprún decía Sartre:

Pienso que debernos contentarnos con dar esa imagen del mundo a las gentes de esta época, para que puedan reconocerse en ella y que, luego, hagan con ella lo que puedan (…) La literatura tiene una función de realismo, de amplificación, en efecto. Y, además, una función crítica[4].


De todo ello resulta que lo contemplativo debe ser ajeno al sentir del escritor, pues posee una carga de especulación innecesaria. El escritor siempre está comprometido, incluso con sus silencios, pero hay un punto más allá que es la implicación en la gnosis de la toma de postura plena y “consciente”. Así dirá Sartre:

Ya que el escritor no tiene modo alguno de evadirse, queremos que se abrace estrechamente con su época; es su única oportunidad; su época está hecha para él y él está hecho para ella. (…) Ya que actuamos sobre nuestro tiempo por nuestra misma existencia, queremos que esta acción sea voluntaria.

Morales Lomas y Miguel Hernández en su casa de Orihuela
Y esta misma visión de integración en la época y de compromiso absoluto con unos valores precisos sólo puede ser entendido en Miguel Hernández en estos versos tan sonoramente contundentes de “Recoged mi voz”:

Cantando me defiendo
Y defiendo mi pueblo cuando en mi pueblo imprimen
Su herradura de pólvora y estruendo
Los bárbaros del crimen.

La dicotomía está presente y se evidencia en estas palabras, pero a ellas y su espíritu no son ajenas estas otras palabras de su amigo Rodríguez Spiteri:

Capacidad para la reforma que filtra las ideas que tienen vigencia y vivifican al vivir en contacto con los problemas de la propia generación (…) Averigua las direcciones esenciales, al sentir que la realidad sobrepasa a la razón para construir una humanidad viva en su reencarnación[5].

De ello colegimos que Miguel era muy consciente del papel del intelectual ante una situación muy concreta, afirmada contundentemente a través de su obra y de los valores de los que imprimió sus textos, cuya cercanía a los postulados del humanismo que años más tarde afirmaría Sartre son evidentes, pues era sabedor de que el arte se debe centrar en esa plena conmoción del ser humano y debe crear obras de intensa humanidad[6]. En la dedicatoria del libro Viento del pueblo a su amigo Vicente Aleixandre podemos encontrar con meridiana claridad los principios que sostienen su entrega y su función social como intelectual:

Nuestro destino es parar en las manos del pueblo. Sólo esas honradas manos pueden contener lo que la sangre honrada del poeta derrama vibrante. Aquel que se atreve a deshonrar esa sangre, son los traidores asesinos del pueblo y la poesía, y nadie los lavará: en su misma suciedad quedarán cegados (…) Los poetas somos viento del pueblo: nacemos para pasar soplando a través de sus poros y conducir sus ojos y sus sentimientos hacia las cumbres hermosas.

En consecuencia, la lírica de Miguel Hernández se sostiene sobre un compromiso ético y estético, un compromiso con el ser humano en su conjunto, con su humanidad derrotada o excelsa, con la sociedad y sus agravios, sus vencimientos, y con la obra como evolución personal, como portadora de una consistencia precisa y cierta. Una poesía portadora de una humanidad desgarradora que asume la autenticidad de los valores humanos y los hace propios. Dice Pérez Bazo:

Lo que entendemos por humano –es decir, comunicación intimista o interpretativa de lo colectivo- aparece, en efecto, a lo largo de la poesía del alicantino; ahora bien, con distintos grados y matices. Precisamente aun siendo humana en su totalidad –pues trata del hombre- esos grados y matices la estructuran en ciclos –y, por tanto, en núcleos y formulaciones tópicas- en los que dicho rasgo se ciñe al individualismo intimista, o, por el contrario, se incrementa con otros social e ideológico, bien porque éstos condicionan aquél, bien porque lo personal y lo colectivo se reúnen en perfecta simbiosis[7].

Bibliografía
[1] J. Semprún, “Conversación con Jean Paul Sartre”, Cuadernos del Ruedo Ibérico, núm. 3, pp. 78-86.
[2] F. Tazo, “El Sartre marxista y la teoría del compromiso”, [en línea], Dirección URL: <http://www.monografias.com/trabajos28/sartre-marxista-teoria-compromiso/sartre-marxista-teoria-compromiso.shtml#a1> (Consultado el día 12 de mayo de 2010). Y añade: “Aquí, como bien señalará el crítico inglés Terry Eagleton en su obra Una introducción a la teoría literaria (EAGLETON, 1983), se alude directamente a una teoría de la recepción y de la escritura, que recuerda a lo que Iser llamará Lector implícito. En este caso, los lectores implícitos son para Sartre los contemporáneos: un planteo existencialista del aquí y el ahora, de la situación particular, reforzado ahora con tintes marxistas que corrigen sus deslices metafísicos, no podría menos de pretender escribir para su aquí y ahora, para su situación particular, en compromiso para con la única parcela de existencia que le corresponde al ser humano: su tiempo”.
[3] Estos versos pertenecen al poema “Juramento a la alegría” de Viento del pueblo (1937).
[4] Semprún, “Conversación”, op.cit.
[5] C. Rodríguez Spiteri, “Tallo cortado para plantarlo en el alto monte de Miguel Hernández”, en Litoral, núms.. 73-74-75, p. 62.
[6] Es interesante en este sentido su escrito “Hay que ascender las artes hacia donde ordena la guerra” publicado en Nuestra Bandera, número 118, 21 de noviembre de 1937, p. 4.
[7] J. Pérez Bazo, “Síntesis ética y estética de Miguel Hernández: Cancionero y romancero de ausencias”, [en línea], Dirección URL: (Consultado el día 13 de mayo de 2010).

martes, 26 de octubre de 2010

Aproximación a la lírica última de J. García Pérez por Morales Lomas

J. García Pérez presentará su obra "Donde el viento silba nácar" -publicado por la Fundación Unicaja, Málaga en 2010- a las 20:00 h. del jueves 28 de octubre de 2010 en el Salón de Actos de Unicaja, Plaza de la Marina, 2, Málaga. Le acompañarán en la presentación el poeta y periodista Manuel Alcántara y Morales Lomas.

Manuel Alcántara, José García Pérez, Mariano Vergara y Morales Lomas (Fundación Unicaja, Plaza de la Marina, Málaga, 28 de octubre de 2010)

(Lo que a continuación puede leer la amable lectora o lector es una síntesis del extenso estudio que lleva por título "El clasicismo vivencial y cotidiano en la lírica de José García Pérez" del que es autor Morales Lomas)


Donde el viento silba nácar no es sólo una antología de poemas al uso, es fundamentalmente un legado poético, la floresta de sus poemas, la donación transmitida a las generaciones venideras. Esta selección personal del autor posee unas condiciones selectivas precisas que nacen de su voluntad libérrima y se sostienen sobre un monumento al paso del tiempo y una concepción concreta de la existencia, así como a un compromiso vital y personal con ella. Son vida, toman la carne de la palabra y se hacen cuerpo estético, música y organismo vivo.
Nos trasladan sus versos a una realidad lírica que se alimentan de la tradición formal en la versificación y en la construcción del poema y en el desenvolvimiento vital y vivencial en la conformación sentimental y semántica de su inspiración. La tradición en la forma y la actualidad en el fondo nos advierten de un escritor que está muy atento a la realidad social y a la personal. Podríamos decir que su poesía tiene en ese ámbito connotaciones sociales y sentimentales. Junto a ello destaca una voluntad de transparencia y claridad expresiva que se armoniza con la armonía eufónica y la concepción de un mundo personal al que no es ajeno el prurito de pasar por la existencia como una persona normal, atenta a sus allegados, a sus ideas y a sus pasiones. La palabra es para García Pérez la razón de perderse en el sentimiento. En los últimos tiempos incluso rompió por el versolibrismo con una lírica tentadora, sugestiva y seductora en su obra Fue un acaso. Sus comienzos se insertan, pues, en la tradición clásica con temas que se concentran en la infancia, el pasado remoto, la memoria… para acceder a una lírica cívica, descreída, de corte existencial que aspira a descubrir o sugerir el lugar que ocupa el poeta en el mundo o su actitud ante la sociedad que le ha tocado vivir.
Pero es que, además, la poesía de García Pérez necesita del presente y su pulso palpitante. Su constante y permanente atención a éste (a través de las columnas periodísticas) y su dedicación a la política activa durante algunos años muestran muy a las claras que su poesía no es ajena a este hecho y que, en muchas ocasiones, se nutre de noticias, bebe en la realidad cotidiana y se hace pulso con ella, bien para evidenciar (como sucede en ocasiones), bien para aclimatar su mundo sentimental al proceso de configuración del poema, como en el romance sobre Juan el mendigo en “La otra eucaristía”, o el poema cívico dedicado al golpe militar del 23 de febrero de 1981, que padeció en sus propias carnes.
Coplas, romances, soleares, sonetos, sextinas, seguidillas, redondillas… sostienen una inmemorial y actualizada singladura de la forma poética que nos muestran la pasión de un escritor por ese valor musical del hecho estético, por la medida de los versos, por el ritmo propicio. Junto a ello, una temática precisa que se nutre de ideas muy precisas: el poeta enamorado, la infancia poética, la madre, el tiempo pasado o la destrucción del amor con todos sus correlatos, la memoria como horma para construir lo vivido, la trascendencia de la emoción religiosa, su autenticidad, su normalización, el espíritu solidario y la negación de lo proteico junto a un descreimiento del todo, una lejanía de percepción de la realidad que le permite un análisis sin contraprestaciones y con el distanciamiento necesario para que ésta no lo invada… pueden resultar los senderos que necesita el poeta para no sentirse solo en el mundo. Poemas que aparecían autónomos en sus obras anteriores, y ahora, gracias a reunirlos con un sentido estético, adquieren una voluntad de uniformidad en torno a las estrofas y los poemas clásicos y al pulso del endecasílabo, del octosílabo, del heptasílabo…
Por voluntad expresa del autor, Donde el viento silba nácar tiene una aquilatada estructura con valor circular, acaso por admitir como principio vital ese transitar que afianza toda una vida, una circularidad que nos habla de la perfección de la obra humana como algo que en sí mismo lleva su finitud. Así, “Pórtico”, el primer poema del libro, nos revela su nacimiento, pero se detiene en el momento sensorial de la madre que se prepara para traer al hijo al mundo. Y el último poema del libro, las sextinas de “Elegía de un romántico”, el neobarroquismo de un hombre que se prepara para hacer frente a la muerte con la complacencia del que espera a Dios hablar un día:

¡Hacia el cielo la voz, hacia el infierno
El clamor y hasta Dios el grito eterno!

En el intermedio del humano existir, en su transitoria, se halla la vida en su esencia, en su humanidad compartida, con el amor como llama o reclamo, con las circunstancias o los hechos que configuran un paisaje valioso.

Hay un primer bloque que lleva por título Las coplas, y lo componen los siguientes poemas: “Es tan sencillo vivir”, sobre el despertar a la vida y su valor intrínseco; las redondillas de “Ese jilguero que trina” en torno al tema de la libertad; las “Coplas de vida y muerte”; el amor/desamor de “No creas lo que te digo en redondillas octosilábicas; el tema de la inmigración y sus correlatos actuales en “Esa patera que llora”; los octosílabos asonantados de “Vente conmigo a la mar”; el amor en “Quizá”, con la estructura del romance.

El bloque segundo se titula “Romances y romancillos” y lo componen veintiún poemas. Junto al bloque cuarto es el más extenso y nos aproxima a una síntesis de los elementos vitales que han detenido la existencia del poeta melillense José García Pérez: el amor/desamor, la infancia, el desaliento de las palabras vacías, la hipocresía, el civismo solidario... y el octosílabo como horma estética.
“La elegía andaluza” se compone de un grupo de estrofas con la estructura del romance en octosílabos y es un canto sentimental a la tierra, a su gente y la trascendencia simbólica de los mitos de un pueblo; un canto a la memoria en “Sueño de niño”, dedicado a Melilla, su niñez y adolescencia; “Mañana se muere” con el goce de la vida en hexasílabos asonantados; “Los duendes se han instalado” en octosílabos asonantados; el ruido de las palabras y los hambrientos en “Todo suena a caracola”, también con el octosílabo asonantado como horma estética; el tema de la caridad y la hipocresía en “La otra eucaristía”; el motivo de la búsqueda en “Que me busquen sin descanso”, con octosílabos asonantados; el amor gozoso en “Romance del adiós”; “Soy pecado, también gracia” en torno al motivo de la máscara vital; “Romance del girasol”, una historia de un momento; “Noche del Carmen”, una descripción sentimental de una noche de rocío; el romance de “Por dónde estará la luna”, en torno a la búsqueda de la luz; “Te pones rojos claveles” con el amor/desamor del eros corporal; la Semana Santa en Málaga es “Lunes santo, lunes blanco”, con el tema del Cautivo; la memoria de su paso histórico por las Cortes y el 23-F en el romance “De febrero veintitrés”; “El silencio de los bosques” en hexasílabos asonantados con rima en –e-o, muy frecuente en su producción; mercadillo erótico en “Mercadillo” en octosílabos asonantados en –e-a; el amor como una huida, algo que se intuye y vuela en “Castañuelas y rosarios”; el “Romance del niño pobre”, uno de sus poemas más conocidos y al que más afecto tiene el poeta; el “Romance del beso perdido” con lo descriptivo-sentimental como horma; y el “Romance de la calle Sancha de Lara” que nos retrotrae a una España cruel en la que son quemados los mendigos.

El bloque tercero, Décimas, lo componen tan solo cinco poemas con esta estructura métrica precisa: “Mar”, “Este clavel”, “Este niño”, “Este lento” y “Jesucristo”. Acaso emblemas o símbolos que reúnen temas permanentes de su obra: la trascendencia del mar, el Cristo Cautivo o el Jesucristo buscado en su sencillez, la duda vital y la denuncia de la injusticia del hambre a través de la imagen del niño que enflaquece en tanto el mundo engorda.
José García Pérez y Morales Lomas (Arcos de la Frontera, 2010)


El bloque cuatro lo componen treinta y seis Sonetos que tienen una gran variedad temática donde encontramos el tema de la amistad, la metamorfosis vital, la fractura de la vida por la ausencia de Dios y la soledad, el presentimiento de Dios, el motivo de la prisión y el mal de amor, la lamentación de soledad, el Dios-justicia, las preguntas a Dios, la búsqueda del fuego de amor, el doloroso presente, el desgarro vital, la espera del regreso de amor, la anciana madre, la aflicción vital, la lejanía, la resurrección y el deseo de amor, la muerte ansiada si de amor se llena, la huida de la amada, el anhelado descanso eterno, la exaltación de Melilla en cuatro sonetos, la desolación del poeta, el Cristo, el Hijo y la Madre en Semana Santa, la caída de la tarde y la libertad de estar preso, su nieta Carmen, la percepción del comienzo de la vida...

En el bloque quinto, Seguidillas, coplillas, soleares… se hallan dieciocho poemas. En algunos casos son heptasílabos asonantados con rima en los versos pares u octosílabos, también asonantados. En otros son tercetillos con asonancia. En una de las soleares, “Soleares por que sí”, explica las razones de su escritura, que nos adentran en el proceso metaliterario del autor, y en ellas asume su valor como concentración de sentido y sensación. En más de una ocasión ha dicho el escritor que este tipo de escritura castiza (el haikú español) se alimenta de momentos de gracia literaria (que se posee o no en ese acto creador) y de la tendencia constructiva a la sencillez, la musicalidad…

Las escribo como quiero,
Sin mirar al diccionario.
Las escribo si las siento.

En ellas aparecen las dedicadas a la madre, a la casa de su infancia, a la mar, al deseo, a Dios, a la penas, al odio, a la libertad, a la muerte…, en algunos casos con un valor infantil evidente:

Un borriquito te traigo,
Lo tomé de la manada
De caballitos marrones
Que galopan por la playa.

Y en el último bloque, el sexto, un grupo de Sextinas en endecasílabos que llevan por título “Elegía de un romántico”, que podemos considerar un compendio, un epítome de su idea en torno a la vida, la muerte y Dios. En ella concentra el ocaso de su vida y la noche que espera al fondo mientras contempla de soslayo la razón de amor, su sentido. El modelo elegido se sostiene sobre la rima ABABABCC.
Clasicismo vivencial y cotidiano es el título que damos a la poesía de José García Pérez y en estas tres palabras se encierran tres valores que resumen perfectamente su lírica. Clasicismo por cuanto la forma de su obra poética se centra en el bastión que ha creado la tradición de la literatura española: décimas, sonetos, seguidillas, coplas, romances… Octosílabos, heptasílabos y endecasílabos van adueñándose del poema, instalando su valor de palabras poéticas, su musicalidad.
Pero también es cierto que no es ajeno al magma de lo cotidiano. Su poesía, escrita a veces al hilo de las circunstancias o las situaciones diarias, busca desde éstas trascenderlas para alcanzar un valor simbólico.
Una poesía vivencial y pasional que manifiesta un apego extraordinario a varios temas reiterados por el poeta y en los que encuentra su camino: la denuncia de la miseria, el amor, Dios, la pasión por la existencia y la exaltación del humano existir y sus bondades.

domingo, 24 de octubre de 2010

CERVANTES Y SU TIEMPO. DISQUISICIONES, CONTRADICCIONES Y ACUSACIONES (II) POR MORALES LOMAS



Apertura al genio



Cervantes vive a caballo de los siglos XVI y XVII, durante la monarquía de Carlos V (1516-1556), Felipe II (1556-1598) y Felipe III (1598-1621). Uno de los períodos más importantes de la historia de España, convertida de facto en un imperio donde no se ponía nunca el sol. Una época en la que el latín seguía siendo el idioma científico y el instrumento indispensable para tener estudios superiores y el prestigio de la escritura era grande pues la mayor parte de la población era iletrada, sobre todo en las áreas rurales, ámbito de actuación de su magna obra, El Quijote. Sin embargo, había una literatura oral muy importante y una sabiduría popular grande a través de sentencias, refranes y tradiciones que en el Quijote están sabiamente representadas por Sancho.
El año que nace Cervantes, 1547, el emperador Carlos I de España y V de Alemania gobierna con fortaleza en medio mundo: momento en que en los campos de Mühlberg consigue una magnífica victoria. Este mismo año hay dos actos políticos trascendentes: la promulgación del primer Índice inquisitorial prohibiendo los libros que fueran contra la moral, la religión y las costumbres y la votación por el cabildo de la catedral de Toledo de la adopción de los primeros Estatutos de limpieza de sangre. Es una época en la que la sociedad está dividida por los privilegios (el trato de favor frente al fisco) que favorecen a las clases dominantes: el clero[1] y la nobleza. Los grupos sociales son pecheros, hidalgos (se distingue la alta nobleza o aristocracia de los hidalgos propiamente dichos), clérigos y religiosos. La nobleza la conformaba alrededor de doscientas familias, como nos recuerda Aranda[2], pero era una clase social poderosísima. Entre los de mayor renta en ducados se situaban los duques (los mayores: Medina Sidonia, Osuna, Medina de Rioseco, Alba y el Infantado), los marqueses (de Priego, Tarifa, del Valle, Cerralbo, Villafranca y Mondéjar) y los condes (de Buenafuente, Ayllón, Miranda, Olivares y Oropesa). Los hidalgos eran denominados fijosdalgos, gentilhombres, infanzones o caballeros, formaban la clase baja de la nobleza o la nobleza sin título. A ellos se accedía por concesión real y se transmitía por herencia, “si bien llegó a otorgarse mediante el pago de sumas de dinero, por más que se disimulara esta circunstancia (...) Estaban exentos del pago de impuestos”[3]. Los pecheros constituían más del ochenta por ciento de la población. Eran los que pagaban los impuestos. Se trataba de un grupo heterogéneo en el que se encontraba la clase media, el artesanado urbano, el campesinado y los marginados. El clero también era una clase social heterogénea pues lo conformaban desde los arzobispos y obispos, que eran nombrados por el rey a partir de una concesión papal, hasta el clero catedralicio (donde ingresaban segundones de la aristocracia) hasta el bajo clero[4] (a veces de baja formación moral). Los pobres eran abundantes, pero cumplían una función social: salvar al rico:
“Se estimaba que la oración del pobre era aceptada más favorablemente por el cielo, y de ahí su protagonismo. ¿Cómo negar limosna al que pedía por Dios, al pordiosero? (...) Será el mismo Felipe II quien, en 1565, promulgará las ordenanzas por las cuales debía regirse la mendicidad”[5].
Aunque habría que distinguir a los pobres auténticos (veteranos mutilados, ancianos menesterosos, niños, tullidos, ciegos) de los fingidos u holgazanes, empleados por el hampa urbana para sus negocios. Tres ciudades destacarán en estos años como refugio del hampa: Sevilla, a la que dedicará su grandísimo Rinconete y Cortadillo, Valencia y Madrid (a partir del momento en que Felipe II la transforma en Corte). El hampa tiene su código de conducta, como ya explicó Cervantes en la obra citada, sus leyes y sus castigos. Entre los negocios que controlaban uno era la putería y las mancebías[6]. En el ámbito rural el bandolerismo se adueña de los caminos a costa del viajero. Sin embargo, mientras el rufián urbano es un antihéroe, el bandolero tiene naturaleza heroica porque generalmente su combate es contra la opresión del señor. Hay que tener en cuenta también que la mayor parte de la población se concentra en las zonas rurales, hasta un ochenta por ciento, y las ciudades no están muy pobladas, excepto las señaladas, que tienen en torno a los veinte mil habitantes:
“Vivir en el mundo rural supone ya una especie de marginación. Es un mundo de analfabetos, de gente tosca, desarrapada, sumida en la suciedad, que farfulla más que habla, blanco de las risas del burgués ilustrado, que ríe a su costa, donde el que posee algunos conocimientos ya es alguien”[7].
Junto a ellos hay que citar a otro grupo importante: los conversos de origen judío y los moriscos[8] de ascendencia musulmana, al igual que los gitanos y los esclavos[9], que serán incorporados al servicio doméstico habitual en las familias de los nobles y ricos. De ahí la complejidad de esta sociedad en la que le toca vivir a Cervantes, cuya familia se ha dicho que tenía relación con los conversos[10].
En torno a la vida de Miguel de Cervantes existirán muchos misterios ab initio, e incluso se sucederán a lo largo de su vida, y él pocas veces tratará de aclararlos o resolverlos, muy al contrario, pues de su vida hizo literatura y de su literatura vida. En este ámbito, no se conoce ni el día ni el mes ni el lugar exacto de su nacimiento. Se sospecha que fue en Alcalá de Henares el 29 de septiembre, día de San Miguel, aunque existen muchas ciudades, por ejemplo, Córdoba, que se atribuyen su nacimiento, si bien las teorías en las que se sustentan son falaces y no dejan de ser elucubraciones fantasiosas.
Sí se sabe que fue bautizado en Alcalá de Henares el 9 de octubre del 1547, siendo su compadre Juan Pardo. Su padre era Rodrigo de Cervantes[11], de profesión zurujano (Alcalaíno de origen cordobés. Fue considerado converso por Américo Castro) y su madre Leonor de Cortinas (perteneciente a una familia de campesinos oriundos de Arganda[12], a unos kilómetros de Madrid, aunque M. Fernández de Navarrete[13] afirma que era de Barajas) que se habían casado cinco años antes. Su bisabuelo paterno es Ruy Díaz de Cervantes (1430), comerciante de paños[14] en Córdoba, y su abuelo paterno (hijo del anterior) es el licenciado Juan de Cervantes[15], abogado de la Inquisición, casado con Leonor de Torreblanca, perteneciente a una familia de médicos cordobeses; y por todas estas vías se dice que pudo haber correspondencia con confesos. En realidad, Miguel de Cervantes Saavedra es un seudónimo. Debió llamarse Miguel de Cervantes Cortinas (el apellido de la madre era éste); por tanto, tomará el segundo apellido de un pariente suyo “llamado Gonzalo de Cervantes Saavedra, a quien menciona entre los poetas de El viaje al Parnaso, lo que demuestra que le conocía, y que, además, curiosamente, había coincidido con nuestro autor en dos peripecias fundamentales de su vida”[16].
Antes que él habían nacido sus hermanas Andrea (1554) y Luisa (1546), y un hermano que falleció recién nacido, Andrés. Y a Miguel seguirán sus hermanos Rodrigo (1550) (que compartiría con él parte del cautiverio de Argel), Magdalena (1552) y Juan (1555). Precisamente el mismo año que nació su hermana Andrea, Felipe II[17] se casará en segundas nupcias con María Tudor de Inglaterra (la hija de Enrique VIII y Catalina de Aragón), convirtiéndose también de este modo en rey de Inglaterra. Este hecho motivó muchas manifestaciones xenófobas antiespañolas aunque Felipe II ayudó a su esposa a reestablecer el catolicismo en Inglaterra. Y un año más tarde es elevado al solio de San Pedro el nuevo papa Pablo IV, cercano a los franceses y odioso a los españoles.[18]
La infancia de Cervantes es un ir y venir por muchos lugares de la península pero de los veinte primeros años de su vida, como dice Canavaggio[19], no se sabe nada seguro y todo son conjeturas:
“Tampoco se puede asegurar que compartiera las estancias sucesivas de su padre, primero en Córdoba y luego en Sevilla: el testimonio de Berganza, en El coloquio de los perros, no basta para afirmar que Miguel fuera alumno del colegio fundado allí por los padres jesuitas”.
Sin embargo, Martín de Riquer[20] dice que es “más que probable” que estudiara en la Compañía de Jesús.
Cuatro años después de nacer Miguel, en 1551, la familia se traslada a Valladolid donde estaba la Corte bajo la regencia de la Infanta de Castilla, María, junto con su marido el archiduque Maximiliano por ausencia del emperador y también de su hijo Felipe II que salió para reunirse con él. Pero, por entonces, como dirá Fernández Álvarez[21], en “esa castilla imperial pero famélica, es donde se afana el padre de Miguel para ir malviviendo de un lado a otro”. Durante toda su vida pasaron muchos apuros económicos los Cervantes.

Cervantes en Valladolid (Plaza de la Universidad)
El padre de Miguel estará encarcelado[22] por deudas (en noviembre de 1552 será puesto en libertad, pero será encarcelado de nuevo) y se le embargarán los bienes, a resultas de un préstamo de 45.000 maravedís[23] del que no pudo responder. Para evitar a los acreedores la familia deja Valladolid camino de Córdoba[24] en 1553 (cuando Miguel contaba seis años), donde vive el abuelo de Miguel, y padre de Rodrigo.
[1] Es verdad que la Iglesia estaba abierta a cualquiera que mostrara aptitud hacia los estudios, caso de San Juan de la Cruz, que era de familia humilde. Y estaba conectada con el pueblo a través de los dominicos y franciscanos, las órdenes mendicantes. En este ámbito también hay que tener en cuenta al poderoso Tribunal de la Inquisición, en manos de los dominicos, siendo el gran inquisidor junto al presidente del Consejo Real los dos cargos más importantes de la Monarquía detrás del Rey. Además sus tareas en hospitales, colegios mayores... era una forma de devolver los privilegios de que disponía. Otra cosa completamente distinta era la nobleza que aspiraba a aumentar su riqueza a cualquier costa. Además se caracteriza por el lujo, la disipación, el boato... Esta nobleza se dividía entre la cortesana (cercana al rey) y la apartada de la corte, que vivía pendiente de sus enormes posesiones.
[2] J. Aranda, El Quijote frente a la realidad. Un lectura estadística, Madrid, 2005, págs. 72 y ss.
[3] Ibidem, pág. 75.
[4] La mayor parte de las rentas del clero proceden del arriendo enfitéutico de sus tierras, de los diezmos (o décima parte de toda la producción agropecuaria), así como la doceava o la vigésima parte de la producción de ganado menor y aves de corral, hortalizas, plantas industriales y productos menudos como huevos y frutas. Estas partes se entregaban a los arrendadores de los diezmos en almacenes que estaban en construcciones adosadas a las iglesias. Las órdenes religiosas cumplieron misiones en ámbitos de la enseñanza y de la atención hospitalaria, así como el cuidado de enfermos, huérfanos, cautivos, atención a las minorías como prostitutas, etc.
[5] M. Fernández Álvarez, Felipe II y su tiempo, Barcelona, 2005, pág. 207. Incluso existían cédulas personales de identificación para los pobres que debían ir acompañadas del visto bueno del párroco y acreditaban un buen comportamiento religioso, teniendo validez por un año. El pobre no podía pedir fuera de su parroquia. Y añade Fernández Álvarez: “Para aquella sociedad el ser pobre era un oficio, dado que el pobre tenía algo que ofrecer: la oración, y no de forma general, sino particularizada. Y al ejercer ese oficio podía mostrar mejor o peor forma: en suma, ser un buen o un mediocre profesional (...) Por consiguiente, era un oficio que tenía sus derechos” (págs. 208-209).
[6] Ibidem, pág. 214: “Si la prosperidad de las mancebías era fruto, en buena medida, del orillamiento de lo erótico de la vida matrimonial y como una solución práctica a la condena por la sociedad a las relaciones sexuales de la mujer soltera, cabe recordar también que ese enrarecido ambiente provocaría el aumento de los hijos ilegítimos, con la inevitable secuela del incremento de los expósitos”. La misma hermana de Cervantes los tuvo y el mismo Cervantes.
[7] Ibidem, pág. 218. Este mundo rural va a ser el que Cervantes va a reflejar en el Quijote. No existen las ciudades, el mundo urbano no existe para Cervantes, salvo en algunas novelas ejemplares. En su magna obra está desaparecido completamente. Es un hecho que debe ser destacado a tenor del ámbito vital en el que se asienta España estos años. Y este hecho creo que tiene lugar desde el momento en que entra en contacto con el pueblo de su mujer Esquivias y observa el mundo en torno. Considero que este es el punto de inflexión y de ahí nace la necesidad de crear una obra rural, y no, obviamente, en el hecho de que casi toda España fuera rural.
[8] Fueron mucho más reprimidos que los conversos. Los moriscos sufrirían mayor presión social e inquisitorial. También tendrá mucho que ver en su momento la guerra de Las Alpujarras y su exterminio a cargo del hermanastro del rey, don Juan de Austria.
[9] Llama la atención que en una sociedad cristiana existiera la esclavitud pero era así. Siendo Lisboa y Sevilla los puertos negreros por excelencia. Lo curioso es que mientras se defendía al indio americano, se aceptaba la esclavitud del negro africano. Uno de los que se enfrentará a esta situación es Fray Tomás de Mercado en su obra Suma de tratos y contratos de mercaderes, Sevilla, 1571. Se calcula que hacia finales del XVI llegaron de Ultramar en torno a los cien mil. Lo normal es que los nobles de las ciudades tuvieran uno o dos esclavos como mínimo y los más poderosos hasta quince o veinte. Así se constata en la obra de C. I. López Benito, La nobleza salmantina ante la vida y la muerte (1476-1535), Salamanca, 1992.
[10] Entre las cifras que se barajan para el Quinientos está la de un cuatro por ciento de la población, es decir, unos doscientos cuarenta mil sobre seis millones y medio.
[11] No era licenciado universitario aunque tenía algunos estudios. Y, en consecuencia, no tenía derecho a usar el don, distinción muy valorada entonces. Se encargaba de hacerle a los enfermos las sangrías. También tuvo una barbería pues con su profesión apenas si malvivía. De ahí lo de cirujano-barbero con el que se nombra. Se ha querido ver en el maese Nicolás del Quijote un trasunto del padre de Cervantes, aficionado a los libros y con ribetes de poeta.
[12] De hecho cuando la madre de Leonor y abuela materna de Miguel, Elvira de Cortinas, murió le dejó en herencia una viña de Arganda.
[13] M. Fernández de Navarrete, Vida de Miguel de Cervantes, (estudio preliminar J. Lara Garrido), Málaga, 2005. (También [en línea] Dirección URL: .
[14] Profesión sospechosa de conversos.
[15] El abuelo de Cervantes era un personaje bastante significativo como recuerdan K. Sliwa y D. Eisenberg, «El licenciado Juan de Cervantes, abuelo de Miguel de Cervantes Saavedra» Cervantes, Bulletin of the Society of America, 17. 2, 1997, pp. 106114: “Fue nieto de Pedro Díaz de Cervantes e hijo de Catalina Cabrera y de Ruy Díaz de Cervantes, trapero (....) Desde 1500 tiene cargos oficiales en Córdoba: de ir a la corte en razón de varias diligencias y reclamaciones y en 1502, abogado del Real Fisco de la Inquisición de Córdoba (...) El abuelo de Miguel tuvo cuatro hijos: Juan, el mayor, que murió joven; Rodrigo, padre del Príncipe de los Ingenios Españoles; María, sobre quien hay muchas incógnitas referentes a sus amores con Martín de Mendoza, hijo del tercer Duque del Infantado (...); y Andrés, Alcalde de Cabra durante muchos años” (pág. 107). Pero no todo es bueno en la vida de Juan de Cervantes: “Por estos y otros testimonios resulta indudable que el abuelo del Manco de Lepanto era un hidalgo no sólo rico sino respetado en su ambiente. Sin embargo, hay otra faceta de Juan. Una larga serie de documentos refiere unas denuncias de que fue blanco. Las acusaciones de abuso en su cargo como juez, específicamente robo o apropiación de bienes como ropa y muebles, se unen a otras de serias faltas de cortesía, de gesto o de palabra. Todo ello contribuye a la impresión de Juan como hombre colérico” (pág. 109).
[16] Rey Hazas, op. cit., pág. 61. Se refiere a la huida de España en 1568 y, en consecuencia, a su huida a Italia.
[17] La primera esposa había sido María Manuela de Portugal, hija de Juan III; con ella se casaría a la edad de dieciséis años, en 1543, por exigencias de la Corona. Felipe II había aprendido de su padre tres principios fundamentales: prudencia, sagacidad y cumplimiento de los deberes religiosos. Poco tiempo después en torno a Felipe II comenzarán a rivalizar dos casas, la de Alba y la de Mendoza. El casamiento de Ruy Gómez de Silva, convertido en la persona más cercana del príncipe, con Ana de Mendoza supondría que el clan de los Mendoza se acercara a Felipe II.
[18] J. Contreras, A. Simón Tarrés y R. García Cárcel, Historia de España. La España de los Austrias I. Auge y Decadencia del imperio español (siglos XVI-XVII), Madrid, 2004, pág. 197. Consideran que “apenas se hubo sentado en la silla de San Pedro, provocó la alianza con Francia y condujo a Enrique II a la ruptura, otra vez, de las hostilidades con los Hasburgo. Para completar el cuadro, Pablo IV amenazó con la excomunión al emperador y a su propio hijo. Se formó de inmediato un ejército papal destinado a conquistar Nápoles, la verdadera obsesión del viejo pontífice, mientras confiaba que los franceses, dirigidos por el duque de Guisa, penetrasen en Italia por el norte y ocupasen, como siempre lo habían intentado, el ducado de Milán”.
[19] J. Canavaggio, Cervantes en su vivir,
[20] M. de Riquer, Aproximación al Quijote, Barcelona, 1970, p. 19.
[21] M. Fernández Álvarez, Cervantes visto por un historiador, Madrid, 2005, p.28.
[22] En esta época existían múltiples jurisdicciones y, en consecuencia, diferentes regímenes carcelarios. Por tanto, no era lo mismo ser apresado por la Inquisición que por la Justicia señorial o real; el reo iría a cárceles diferentes. En la cárcel real, por ejemplo, la alimentación y el lecho corren a costa del preso, aunque eran frecuentes los sobornos a los carceleros. Si el preso era pobre tenía que vivir de la caridad pública y el lecho tenía que alquilarlo. El alquiler de la cama era de diez maravedís. Los más míseros se hacinaban en un lecho con varios. La mayor parte de los que estaban en las cárceles eran por deudas porque a los presos comunes se les daban los castigos corporales y eran puestos en libertad. (Véase en este sentido el libro José Luis de las Heras, La justicia penal de los Austrias en la Corona de Castilla, Salamanca, 1991).
[23] Unos 6000 euros de 2006.
[24] Por entonces una de las mayores comidillas corría en torno al deán de la catedral Juan Fernández de Córdoba (del linaje del Gran Capitán), jugador empedernido y gran mujeriego, el cual pretendía la mitra cordobesa pero tuvo como contrincante a Leopoldo de Austria, hijo del emperador Maximiliano I. El deán tenía muy buena relación con el abuelo de Cervantes.



Para citar cualquiera de estas reflexiones en un trabajo de investigación, sería:

Morales Lomas, "Cervantes y su tiempo. Disquisiciones, contradicciones y acusaciones" [en línea], dirección URL: <http://www.moraleslomas.blogspot.com/ >(Domingo 24 de octubre de 2010).

viernes, 15 de octubre de 2010

CERVANTES Y SU TIEMPO. DISQUISICIONES, CONTRADICCIONES Y ACUSACIONES (I) POR MORALES LOMAS

Nadie conoce el rostro de Cervantes. Este es uno de tantos rostros falsos.


Advertencia a la amable lectora o lector

Durante las próximas semanas y meses iré publicando progresivamente datos e informaciones sobre Cervantes. Unos más conocidos, otros completamente desconocidos y otros intuidos. La verdad que se ha contado sobre Cervantes es múltiple, tantas verdades como sus mentiras. Mi propósito es hablar del hombre, con sus autenticidades y presunciones, con sus derrotas y glorias, con sus veleidades, con sus desaciertos; en definitiva, con su humanidad. Nunca se acabará de decir la última verdad sobre este genio, sobre este hombre. Mis reflexiones son una forma de afecto y reconocimiento, también un propósito de acercamiento al individuo, que no a su máscara.

Que el camino sea provechoso y lleno de aventura.
Vale.


A modo de alegato


Sobre Miguel de Cervantes Saavedra no se ha contado todo lo que se debía. Se ha querido transmitir de su existencia una serie de tópicos heroicos, y de medias verdades que no han beneficiado a nadie, ni siquiera a su imagen, porque la verdad es única y, en torno a la vida y obra del genial escritor, se han vertido muchos infundios, muchas acusaciones, muchas quimeras, muchos disfraces, hipérboles, gradaciones diversas. Por ejemplo, ni siquiera está constatado dónde nació, ni quién era (el retrato de Jáuregui sobre Cervantes no es una realidad sino una entelequia, puede ser cualquiera menos Cervantes, pero helo ahí en todos los libros, en todos los lugares del mundo). Cervantes es una persona sin rostro. Ni siquiera su nombre lo era sino un seudónimo, porque aunque Miguel de Cervantes tiene realidad no el Saavedra de su segundo apellido. ¡Cuántas falsedades se han dicho sobre las relaciones de él y Acquaviva! ¡Cuántos disfraces en torno a la bonhomía de la familia Cervantes! ¡Cuánta ignorancia sobre adicción a las cartas o al juego en general! Sobre sus amantes y sobre el temperamento templado. ¿Por qué se quiere ignorar la cólera en el caso de Antonio de Sigura? Sobre el periodo de Argel hay más dudas que realidades, sobre su presunta homosexualidad, así como las acusaciones diversas que dieron con sus huesos en la cárcel...
El misterio es una forma de secreto e indeterminación en la vida y la obra de Cervantes. Todo ello hace atractiva su figura, que en ningún caso quiso revelar y clarificar sus secretos más íntimos porque era más amigo de dejar las cosas en la incertidumbre que hacerlas vox populi. Y lo que pretendo es dejar al personaje en el lugar que le corresponde a tenor de los datos que se poseen haciendo uso de todo tipo de interpretaciones; siendo consciente de que en última instancia no se puede resolver aquello que no tiene el porqué resolverse porque no hay datos.
Para citar cualquiera de estas reflexiones en un trabajo de investigación, sería:
Morales Lomas, "Cervantes y su tiempo. Disquisiciones, contradicciones y acusaciones" [en línea], dirección URL: <www.moraleslomas.blogspot.com >(Viernes 15 de octubre de 2010).

jueves, 14 de octubre de 2010

JOSÉ ANTONIO GRIÑÁN INAUGURA EL CURSO EN EL ATENEO DE MÁLAGA


María Gámez (Delegada del Gobierno), Diego Rodríguez (Presidente del Ateneo), José Antonio Griñán (Presidente de la Junta de Andalucía) y Paulino Plata (Consejero de Cultura)

El presidente de la Junta, José Antonio Griñán, inauguró el día 8 de octubre de 2010 el curso 2010-2011 en el Ateneo de Málaga con una conferencia sobre la situación actual y la trascendencia de la cultura en nuestra sociedad. El acto fue presentado por el presidente del Ateneo, Diego Rodríguez Vargas, que dio la palabra a María Gámez, candidata del PSOE a la alcaldía de Málaga y actual delegada del Gobierno, que presentó a José Antonio Griñán desde una perspectiva muy cercana y amable, alabando su capacidad intelectual, su melomanía operística y su incansable conocimiento como lector.

Morales Lomas y José Antonio Griñán, presidente de la Junta de Andalucía en el Ateneo de Málaga, 8 de octubre de 2010.

MORENO AYORA ESTUDIA A ORTEGA PARRA POR MORALES LOMAS


El catedrático Antonio Moreno Ayora es uno de los críticos andaluces más sensatos y rigurosos del panorama actual. Desde la atalaya de su residencia en Puente Genil actual este profesor nacido en Iznájar viene desarrollando una labor callada desde hace muchos años. Miembro correspondiente de la Real Academia de Córdoba de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes, y profesor de la Universidad de Córdoba, ha profundizado como pocos en la narrativa y la poesía actual desde sus colaboraciones en Cuadernos del Sur de Diario Córdoba y, sobre todo, en obras como “El léxico del vino en Ricardo Molina” o “Textos críticos de literatura andaluza”, pero también en el ensayo lingüístico: “Sintaxis y semántica de cómo” o “La negación en español. Sintaxis y semántica de la incidencia no verbal”…
Su última entrega es “La poesía retornante de Joaquín Ortega Parra”, publicada en la Col. Azul y Tierra de la Editorial Corona del Sur (con diseño y cuidado de la edición de Carmen Peralto). En ella aborda la lírica de este escritor cartagenero adentrándose en tres de sus obras más significativas: “Morir es un estado permanente”, “Este viejo payaso” y “Sin entrar en detalles, por supuesto”. Al final de la obra también reúne unos poemas de Ortega Parra.
En las primeras páginas se adentra en los estudios realizados en torno a este escritor, sus traducciones, por ejemplo, al italiano, “Le parole addormentante (Las palabras dormidas)”, las referencias de Díez de Revenga a su obra que exalta la valía de este poeta del que considera que su expresión clara, directa, natural y sus motivos sinceros y auténticos. Y Moreno Ayora lo ratifica afirmando que es uno de los “escritores más originales, coherentes e interesantes del momento lírico actual” (p. 11).
De “Morir es un estado permanente” destaca su organización estructural, sus rasgos temático-estilísticos con su reflexión en torno al ambiente de la posguerra española y la perfecta ejecución en el uso del endecasílabo como rasgo definitorio. Es un libro en el que el autor concentra su “emoción en las reflexiones y temores negativos que suscita la vejez”, pero es un libro en el que el tiempo no se detiene y existe ese espacio para la finitud y el desasosiego. Hay un pensamiento mortuorio que está presente de forma evidente en él y su proceso crea la recurrencia a la existencia y la inmersión en el tedio y el final de la vida: “En comparación con los poemarios precedentes, en este del año 2007 llegamos a deducir que su preocupación fundamental sigue siendo la misma: rescatar con su memoria la vida que ha ido dejando atrás” (p. 26).


Antonio Moreno Ayora y Morales Lomas



Moreno Ayora ofrece también las claves de “Este viejo payaso”, treinta poemas entre los que podemos encontrar situaciones de denuncia sobre la hipocresía social y la instauración de una realidad social y política sobre la que incide de modo crítico el autor de Cartagena. Con él se retrotrae al tiempo de la infancia y recorre, a través de los recuerdos, un mundo personal y decididamente histórico. El paso del tiempo, la vivencia de la muerte, el sufrimiento… ante este premonitorio retroceso son vistos con una gran fortaleza lírica y una evocación de gran credibilidad poética. En su obra la muerte es “un pensamiento recalcitrante, repetititvo” (p. 40) afirmará Moreno Ayora, que se adentra en el análisis estilístico y pormenorizado de sus versos, explica sus reflexiones y hallazgos poéticos, el uso de los endecasílabos… y, sobre todo, la polaridad entre el pasado y el presente visto como una hora “cuyo final es irremediablemente trágico” (p. 42).
En la siguiente obra, “Sin entrar en detalles, por supuesto” incluye treinta y cinco poemas con el que quiere recordar episodios de su juventud, circunscribiéndolos a sus treinta años. Hay una pasión amorosa en ese proceso en el que se produce de nuevo una evocación de la realidad y, a la vez, una ensoñación de ese pasado. Es, en definitiva, una historia de amor con diversos ámbitos y en la que se produce una transformación y la conformación de una experiencia personal. Moreno Ayora profundiza en muchos de sus versos, acude al descubrimiento sistemático y las claves de su obra con la bondad y generosidad de la que siempre ha hecho gala. Entra en la métrica, analiza los heptasílabos y endecasílabos, los poemas polimétricos…
Concluye que Ortega Parra es un escritor de ideas fijas y fijadas repetidamente en sus textos y afirma con Sáez Fernández que es una lírica donde el tiempo, la memoria y el compromiso ético se dan la mano “en la búsqueda de unas señas de identidad forzosamente silenciadas en la España del franquismo por la pertenencia del poeta a una familia del bando republicano” (p. 63).
En definitiva, un escritor que ha sido visto con profundidad por los ojos de este crítico cordobés que establece nuevas claves interpretativas de su obra y la afirmación de la interrelación entre su obra lírica, lúcida y luminosa, y su biografía.

miércoles, 6 de octubre de 2010

PREMIOS LITERARIOS VALENCIA 2010 DIPUTACIÓN DE VALENCIA

David Hernández de la Fuente, Pedro A. González y Àngels Gregori, Premios Literarios “Valencia” 2010 de la Diputación de Valencia ·


Morales Lomas, Jesús Munárriz, María Jesús Puchalt (Diputada de Cultura) y Artur Ahuir (portavoces de los jurados respectivos),



Premio “Valencia” 2010 Narrativa en Castellano: “A cubierto”, de David Hernández de la Fuente (Madrid, 1973). El galardón está premiado con 30.000 euros, y la publicación de la obra en Nowtilus · Premio “Valencia” 2010 Poesía en Valenciano: “New York, Nabokov & Bicicletes” de Àngels Gregori (Oliva, 1985). La dotación económica es de 15.000 euros y la obra se editará en la colección de Poesia de Bromera · Premio “Valencia” 2010 Poesía en Castellano: “Anaqueles sin dueño”, de Pedro A. González (Calzada de Calatrava, Ciudad Real, 1960). La distinción incluye un premio de 15.000 euros y la edición del título en Hiperión 27 septiembre ’10.- Los jurados de los Premios de Literatura “Valencia” 2010 de la Diputación de Valencia, presididos por la diputada provincial Mª Jesús Puchalt, se han reunido esta mañana en La Beneficència para dar a conocer las obras ganadoras: A cubierto, de David Hernández de la Fuente (Narrativa en castellano); New York, Nabokov & Bicicletes, de Àngels Gregori (Poesía en valenciano), y Anaqueles sin dueño, de Pedro A. González (Poesía en castellano). Alrededor de 212 obras se han disputado los galardones de Literatura de la Diputación de Valencia, en las tres modalidades convocadas este año. Los portavoces de los jurados han coincidido al señalar el interés, la creatividad y la originalidad de muchas de las obras presentadas. El jurado del Premio Alfons el Magnànim "Valencia" de Narrativa en castellano 2010, compuesto por José Luis Torres, Miguel Herráez, Francisco Morales, José Vicente Peiró y César Gavela, ha seleccionado por unanimidad la novela A cubierto, de David Hernández de la Fuente. Esta modalidad está premiada con 30.000 euros y una escultura de Ramón de Soto. La Institució Alfons el Magnànim de la Diputación de Valencia publicará una primera edición de hasta 5.000 ejemplares de la obra premiada en la editorial Nowtilus, preferentemente en los 10 meses siguientes al fallo del jurado.

Jurado de los Premios Diputación de Valencia

El portavoz del jurado, Francisco Morales Lomas, ha destacado la juventud del autor premiado y ha explicado que la novela de David Hernández de la Fuente “ha sido una sorpresa grande porque es una obra importante que tiene voluntad de estructura -en tres capítulos- con un proceso narrativo bien organizado en el que introduce elementos como el correo electrónico o los archivos Word” y con un lenguaje poético muy interesante para el lector que en determinados momentos es muy brillante”. A cubierto, de David Hernández de la Fuente, “es una historia de bastante intensidad porque es un proceso de amor caníbal en torno a un personaje típico de las novelas donde hay un intento de posesión llevado al hecho amoroso que deriva en una serie de tragedias”, ha señalado Morales quien también ha apuntado que la novela “tiene una trama y un lenguaje muy cuidados que resultará bastante interesante para el lector”. El Premio Alfons el Magnànim-Valencia de Poesía en castellano 2010 incluye una dotación económica de 15.000 euros y la escultura de Ramón de Soto. La obra ganadora, Anaqueles sin deseo, de Pedro A. González Moreno será editada por Hiperion. Antonio Hernández (presidente de la Asociación Andaluza de Críticos Literarios), Jesús Munárriz (director de Hiperion), Gonzalo Santonja (director del Instituto Castellano Aragonés de la Lengua), Antonio Porpetta e Ignacio Elguero han valorado las obras de Poesía en castellano. El portavoz del jurado, Jesús Munárriz, ha transmitido que el fallo se ha alcanzado por mayoría, “ha sido una decisión muy reñida entre las dos últimas obras que hemos seleccionado para el final porque eran difícilmente comparables”. Anaqueles sin dueño, que ha obtenido tres de los cinco votos del jurado, “es un poemario muy bien construido, centrado en las baldas de una biblioteca sobre los que el autor localiza libros de escritores suicidas”. Según Munárriz, en la obra premiada “hay escritura poética, documentación e investigación; a los lectores les va a gustar porque tiene mucho gancho y trata un tema, el suicidio, que a nadie deja indiferente”. El Premio Alfons el Magnànim "Valencia" de Poesía en valenciano 2010, otorgado a Àngels Gregori por New York, Nabokov & Bicicletes, se publicará en Bromera. El autor recibirá un premio económico de 15.000 euros y la escultura de Ramón de Soto. El jurado de esta modalidad compuesto por Jesús Huguet, Carles Duarte, Juli Capilla, Josep Ballester y Artur Ahuir, ha distinguido la obra de Àngels Gregori por mayoría. El portavoz del jurado, Artur Ahuir, ha destacado que New York, Nabokov & Bicicletes “es un libro fresco, escrito desde la cotidianeidad más inmediata pero con salida a temas más amplios, muy vital, que mantien la sensualidad a lo largo de toda la obra”. Ahuir ha señalado la fuerte conciencia literaria de la autora y su “clara vocación de escritora que une literatura y vida desde una voz muy sólida para tratar paradojas de la vida más actual y moderna”.

domingo, 3 de octubre de 2010

DIÁLOGOS CON ESCRITORES CONTEMPORÁNEOS


En el ciclo de Diálogos con escritores contemporáneos, que tiene lugar en el Ateneo de Málaga, conducido por el escritor Morales Lomas, el día 30 de septiembre participó el narrador, poeta y ensayista Rafael Ballesteros, recientemente premiado con el XVI Premio Andalucía de la Crítica por su excelente obra La muerte tiene la cara azul.

Rafael Ballesteros y Morales Lomas momentos antes de sus diálogos

(Noticia de La Opinión de Málaga, 2 de octubre de 2010)

La creación literaria y el escritor

La creación literaria y el escritor
El creador de libros, pintura de José Boyano