domingo, 28 de diciembre de 2008

PACÍFICO DE J. A. GARRIGA VELA POR F. MORALES LOMAS


La narrativa de Garriga Vela es fiel a sí misma y a unos principios que la sustentan desde el origen: un lenguaje sencillo, frases cortas, rapidez narrativa, cambios constantes, secuencias breves, una aparente fragilidad (tanto en la densidad de la obra en sí como de su extensión) que es engañosa porque su profundidad vital está presente, la necesidad de objetivar la realidad a través de frases hechas que encierren una idea precisa original o tomada de otros con el verbo ser en un juego metafórico, la configuración de mundos cerrados (los mundos de Garriga Vela caben en una manzana, como él mismo dirá), el espacio como agente delimitador; y los personajes, miembros de una comunidad reducida (a veces de una familia, como en esta novela) «problemática» que asume un azar generalmente desgraciado –casi como los personajes de su admirado Kafka- que los sobrepasa convirtiéndose en héroes trágicos.
Estas condiciones también se dan en “Pacífico” (Ed. Anagrama, 2008). Su mundo pertenece en este caso al espacio cerrado de la calle de Comercio: “Mi mundo literario cabía en un edificio de calle Comercio”, dirá el narrador protagonista y testigo de los acontecimientos. La proyección de lo cotidiano y su trascendencia simbólica es determinante en su obra. Las aparentes vidas anodinas de cada uno de nosotros pueden (como en la obra de Kafka) ser un símbolo de muchas existencias.
La obra desarrolla la historia de una familia (la del narrador), a la que le persigue la desgracia -son dueños de ella, dirá-. A través de la primera persona cuenta las situaciones más llamativas de la vida de su madre (comadrona), su padre (viajante de comercio), su hermano Sebastián, el amante de su madre Fernando Nogueira, él mismo y los boxeadores, el grupo de Los sonaos...



Comienza la obra el 2 de julio de 1961, desde el momento que hacen la Primera Comunión y Hemingway se pega un tiro en la boca. Va de uno a otro personaje sin una estructura premeditada según el fluir de conciencia (aunque haya una organización estructural en treinta y tres capítulos breves). El narrador es un joven que pretende ser escritor. Este hecho crea una vía metaliteraria en la obra, en la que desde el principio aparecen dos escritores como referentes y guías (con continuos guiños a ellos): Hemingway y Kafka, con el que tiene algunas relaciones Garriga Vela en la concentración en esos mundos pequeños y agobiantes. Esta vía metaliteraria está presente con continuas reflexiones al oficio de escribir. Estas reflexiones nos ofrecen muchas claves sobre el modo en que Garriga Vela entiende el oficio literario: ”Yo soy un hombre que piensa en otra cosa” (esta frase es la cita inicial de Antonio Lobo Antunes); “no cabía duda de que para triunfar en la vida, al menos como escritor, era necesario pasar hambre, ser infeliz o estar muerto”; “siempre quise ser un escritor maldito y al final me convertí en un maldito escribiente”; “los escritores oyen el silencio, descubren lo invisible y después lo cuentan en sus libros”; “Kafka afirmó que un libro tiene que ser el hacha para el mar helado que llevamos dentro. Pero yo no ocultaba nada especial en mi interior”... Pero también existe esa relación entre la psicología personal o inventada y la literatura: “Mi tristeza era una pose, una forma de llamar la atención, una condición ineludible para convertirme en escritor. Estaba contento de ser infeliz. Además no cabía duda de que mi aspecto lánguido y desvalido iba a favorecer en el futuro mi carrera literaria”.
La profundidad en la psicología de los personajes, el aire irónico; a veces, tristón y nostálgico invade esta obra en la que todo son infortunios: su hermano acusado de violar a su propio hijo y encarcelado (la historia de la violación se revela a partir del capítulo veintinueve); su padre con los cuernos permanentes y un accidente de coche que le impedirá andar (el final de éste no lo desvelamos); la madre en su romance con Fernando Nogueira y él con ansias de ser un gran escritor pero conformándose como Kafka en trabajar en una oficina. Como un homenaje al boxeo y a su querido Manuel Alcántara, preparador de boxeadores en la obra, surge el grupo de Los sonaos que jugaban los miércoles por la noche al dominó y las cartas, y Antonio Linares, también boxeador, alias el Pipa.
Una de las búsquedas lingüísticas permanentes de Garriga Vela, poco expansivo y tomando el silencio como técnica narrativa, es la concentración de los significados en una frase, la inmediatez y la búsqueda de la palabra o la frase expresiva que rompa y cree un mundo personal, por ejemplo: “En la vida fallas cuando tienes muchas cosas en la cabeza”; ”la felicidad es una biblioteca repleta de libros y un jardín cubierto de plantas”; “si el corazón pudiera pensar se pararía”; “los mexicanos cuentan que el océano Pacífico no tiene memoria”;“Mi hermano se había convertido en un extranjero del tiempo”; “Más que un viajante de comercio, mi padre era un viajante de calle Comercio”; “mi padre no soportaba el silencio”; “me considerada un niño afortunado porque tenía dos padres en lugar de uno”.
En definitiva, una novela con la que se concentra en un estadio concreto, en un mundo cerrado, en unos seres anodinos con sus desafortunadas vidas que llegan a tener una proyección simbólica y universal.

Garriga Vela, “Pacífico”, Ed. Anagrama, Barcelona, 174 páginas, 15 €

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